Publicado: noviembre 24, 2025
Las remesas familiares continúan siendo el principal motor externo de la economía salvadoreña, pero su impacto productivo sigue siendo mínimo. Entre enero y septiembre de 2025, el país recibió $7,354.3 millones en remesas, de los cuales apenas $81.6 millones —un 1.1 %— se destinaron a inversión, según datos del Banco Central de Reserva (BCR).
Ese monto representa una caída del 7.6 % respecto al mismo periodo de 2024, a pesar del crecimiento total del flujo de remesas del 18.5 %.
El resto del dinero, $7,272.7 millones, se dirigió al consumo, que continúa absorbiendo casi la totalidad de los envíos. El incremento ha sido impulsado principalmente por Estados Unidos, desde donde proviene el 92.5 % de las remesas. Solo en 2025, los envíos desde ese país crecieron casi un 20 %, en un contexto marcado por temores de deportaciones y políticas migratorias más estrictas.
El economista Otto Rodríguez advirtió que la distribución de los recursos no coincide con las expectativas generadas por ese aumento “atípico”. Señaló que, ante la posibilidad de retornos forzosos, era previsible que más hogares dirigieran esos fondos al ahorro o la inversión, pero la porción destinada a actividades productivas cayó un 22 %. “Ese aumento inesperado no debería estar destinándose a mayor consumo”, afirmó.
Por su parte, el economista Rafael Lemus indicó que una parte importante de las remesas sí está llegando al sistema financiero bajo forma de depósitos, que en septiembre alcanzaron un crecimiento histórico del 20.1 %. Sin embargo, aclaró que el ahorro bancario no necesariamente se traduce en inversión productiva, debido a que muchas erogaciones familiares clasifican como consumo en las estadísticas oficiales. En paralelo, la CEPAL proyecta un crecimiento del 2.8 % para El Salvador en 2025, inferior al de sus vecinos, y advierte que las remesas podrían verse afectadas por la política migratoria estadounidense.