Publicado: diciembre 20, 2021
Por INFOBAE
El diputado Raúl Castillo, del oficialista Nuevas Ideas, no hizo más que guardar silencio cuando el testigo al que interrogaba en una comisión especial de la Asamblea Legislativa de El Salvador mencionó el nombre de Herbert Saca como el responsable de entregar dinero del Estado a una organización que luego se vio mezclada en una trama de negociaciones entre políticos y las pandillas MS13 y Barrio 18.
Al oír el nombre de Saca, en aquella sesión celebrada el 2 de diciembre pasado, el diputado Castillo cambió de tema. No repreguntó. No indagó más. Eso a pesar de que el nombre de Herbert Saca ha sido asociado, desde 2004, a varias empresas criminales.
Castillo es miembro de una comisión de antejuicio formada por la Asamblea Legislativa de El Salvador, de mayoría afín al presidente Nayib Bukele, para decidir si el Congreso despoja del fuero a Norman Quijano, ex candidato presidencial del derechista partido ARENA y actual diputado al Parlamento Centroamericano, puesto que le otorga inmunidad ante acusaciones penales.
Sobre Quijano pesan acusaciones de fraude electoral relacionado con supuesto financiamiento a las pandillas MS13 y Barrio 18, a las que su candidatura entregó dinero para que lo apoyaran en las presidenciales de 2014, que perdió. El 4 de noviembre pasado, el fiscal general bukelista, Rodolfo Delgado, pidió el desafuero de Quijano.
Los diputados de Bukele han divulgado los interrogatorios en redes sociales y a través de los medios legislativos oficiales. Y tanto parlamentarios como el presidente y una legión de acólitos han utilizado el caso de Quijano para acusar a la oposición de “desangrar” a los salvadoreños con las negociaciones pandilleras.
Ni en la propaganda ni en los interrogatorios los políticos oficialistas hacen referencia al pacto que el propio Bukele y su gobierno mantienen con la MS13 y el Barrio 18, desnudado por una investigación de la Fiscalía salvadoreña que el fiscal Delgado enterró y reiterada por el gobierno de los Estados Unidos.
El 8 y el 10 de diciembre, Washington hizo públicas sanciones a dos funcionarios de Bukele por financiar a los pandilleros y acusó al gobierno salvadoreño de tranzar con ellas reducciones en las cifras de homicidios y apoyos políticos. A finales de la semana pasada, se hizo público que fiscales del Departamento de Juticia (DOJ en inglés) en el Distrito Sur de Nueva York preparan una acusación criminal contra esos funcionarios.
Si en el caso de las pandillas los señalamientos estadounidenses han dejado poco lugar a las dudas sobre los asocios criminales de Bukele, en el caso de Herbert Saca la oscuridad aún impera.
Como el diputado oficialista Castillo, otros muchos en el entorno del presidente Nayib Bukele prefieren guardar silencio sobre este personaje escurridizo, sobre su influencia en el gabinete de seguridad pública del gobierno, sobre su añeja relación con el ministro Gustavo Villatoro, sobre viejas acusaciones que lo ligan con una de las bandas de narcotráfico más importantes de El Salvador y con la fundación, en buena parte con dineros públicos, del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), que fue con el que Nayib Bukele ganó la presidencia.
Herbert Ernesto Saca Vides es un hombre influyente en este gobierno, como lo fue en los del izquierdista Mauricio Funes (2009-2014) y en el de Antonio Saca, de ARENA y primo de Herbert.
Los hilos que unen a Saca con Bukele están por todos lados, sobre todo en el gabinete de seguridad pública. Gustavo Villatoro, el ministro de seguridad, es una especie de pupilo de Saca, según múltiples fuentes, como reportes de inteligencia policial y del Organismo de Inteligencia del Estado elaborados entre 2004 y 2009, de los cuales Infobae tiene copia.
Villatoro fue nombrado Director General de Aduanas en junio de 2019, desde el inicio de la presidencia Bukele. El funcionario había ocupado el mismo puesto entre 2004 y 2009, durante la presidencia de Antonio Saca, cuando la influencia de Herbert alcanzó su primer clímax. En aquellos años, según han confirmado a Infobae dos altos oficiales de la Policía Nacional Civil (PNC), un agente especial del FBI en Washington y un asesor del Departamento de Estado, Villatoro tenía una relación estrecha con Herbert Saca, quien, a su vez, llevaba años cultivando su amistad con los líderes de la banda de narcotraficantes Los Perrones.
En marzo de este año, Bukele ascendió a Villatoro al puesto de ministro de seguridad pública y justicia. Durante su primera conferencia de prensa en ese cargo, un periodista le preguntó por su relación con Herbert Saca; Villatoro, además de molestarse, evadió la pregunta.
Uno de los oficiales de la PNC con los que habló Infobae, quien participó en la elaboración de un perfil que la inteligancia policial hizo a Herbert Saca a principios de la década pasada, aseguró que Mauricio Arriaza Chicas, actual director policial, es también cercano a Saca. Esto lo confirmó un ex militar que asesoró al ministerio de seguridad pública en los primeros meses de la gestión Bukele.
Saca también ha tenido vínculos, en especial a través del partido GANA, con algunos de los operadores de propaganda política de Bukele, entre ellos Ernesto Sanabria, el secretario presidencial de prensa, y Porfirio Chica, un asesor externo de comunicaciones y crisis. En 2008, cuando un equipo de investigación del periódico La Prensa Gráfica buscó a Herbert Saca para preguntarle sobre su relación con un exalcalde ligado a narcotraficantes en el oriente del país, fue Chica quien intentó interceder por Saca, según han relatado periodistas implicados en aquellos reportajes.
Sanabria, el secretario de prensa, era asesor de Herbert Saca en el quinquenio presidencial de Funes, cuando, en parte con dinero público, Herbert, Funes y el expresidente Antonio Saca formaron GANA con disidentes del derechista ARENA, según han revelado audios de los tres últimos publicados a principios de 2019.
La influencia de Herbert Saca trascendió presidentes y llegó hasta el actual.
El hombre del maletín negro y el pasado “perrón”
Los diputados de Nuevas Ideas llevan semanas guardando silencio y asustándose cuando el nombre de Herbert Saca se oye en pasillos y salones del Palacio Legislativo. A finales de octubre de 2019, fue el diputado el William Soriano el que tragó grueso cuando un exfuncionario del gobierno Funes dijo, bajo juramento, que Herbert Saca era quien, con dinero público sobornaba a diputados de GANA, el partido aliado de Bukele.
Soriano es miembro de otra comisión especial formada por el oficialismo en la Asamblea Legislativa, esta para estudiar el llamado caso sobresueldos, relacionado a complementos salariales que funcionarios de cinco presidencias anteriores recibieron. Esta comisión se formó días después de que Estados Unidos nombró a varios funcionarios de Bukele como corruptos en la llamada Lista Engel.
Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva, aceptó que había recibido complementos salariales y, como lo han hecho otros funcionarios antes que él, defendió su legalidad. De paso, reveló que los diputados de GANA recibían entre 40.000 y 50.000 dólares por voto a favor del gobierno de Funes. “Él era el hombre del maletín negro”, dijo Acevedo.
A Nayib Bukele le gusta referirse a esa figura, la del maletín negro, cada vez que, ante señalamientos por corrupción contra él y su grupo cercano, intenta cambiar la conversación pública refiriéndose solo a los crímenes e irregularidades de sus antecesores y opositores que, como en el caso de Norman Quijano y las pandillas, han terminado reproduciéndose en la actual administración.
De lo que no le gusta hablar a Bukele es de esos nombres de operadores que, como el de Saca, están ahora cerca de él como lo estuvieron de esos a los que él señala de corruptos.
No le falta razón al presidente: hablar de Herbert Saca no es solo contar historias de sobornos, también es hablar de los años en que el narcotráfico penetró a la Policía Nacional Civil y a los gobiernos locales en El Salvador.
En 2002, cuando no era más que un comerciante de vehículos, Saca había hecho amistad en el oriental departamento de San Miguel con Elmer Bonifacio Escobar, un narco que había estado en la cárcel por traficar drogas en 1992 y que 10 años después movía cocaína desde Nicaragua y Costa Rica. Aquel año, Saca pidió a Escobar que intercediera ante la policía, con quien el segundo ya tenía relaciones estrechas, para sacar de la cárcel a un conocido.
Luego, en 2004, cuando ya su primo Antonio Saca era presidente del país, Herbert seguía en tratos con Escobar. El 22 de junio de aquel año, Herbert Saca recibió USD 228.571 de la empresa M&M, cuyo representante legal era Medrano Escobar. El traspaso de dinero se hizo bajo los oficios de un notario que, a su vez, fue abogado de Reynerio Flores Lazo, quien junto a Medrano eran entonces líderes de la banda Los Perrones, la cual en aquellos días movía hasta 30 toneladas de cocaína a Estados Unidos según documentos judiciales en poder de Infobae.
Luego fue una camioneta con cocaína. En 2015, la Policía decomisó un vehículo en el que encontró rastros de la droga. El carro pertenecía a Herbert Saca.
Entre 2007 y 2008, el gobierno de Antonio Saca, presionado por Estados Unidos, encarceló a varios líderes de Los Perrones. Flores Lazo guarda prisión en la cárcel de máxima seguridad. Uno de sus abogados dijo, durante el juicio contra Flores, que su cliente estaba preso por una vendetta política. En 2012, otro líder de Los Perrones dijo a periodistas que Reynerio fue a la cárcel por no pagar dinero que Herbert Saca le había pedido. En aquellos días, Gustavo Villatoro, el actual ministro de seguridad, era director de aduanas.
Desde principios de este año, dijo a Infobae un oficial de alta en la PNC, la influencia de Saca en el gabinete de seguridad es mucho más discreta. Tanto que su nombre había vuelto a bajar de perfil hasta que resurgió en las comisiones legislativas de los diputados bukelistas. Y, como ha sido antes, cuando otros presidentes, otros diputados y otros fiscales protegieron a Saca, ocurre ahora en el gobierno de Nayib Bukele: silencio para el amigo.