Publicado: mayo 03, 2020
Colaboración de: Carlos Eduardo Rubio
Ex Ministro de Gobierno de Panamá
Me permito compartir con ustedes, para la reflexión, esta frase que he sacado del Popol Vuh, “Es tiempo de ponerse de acuerdo de nuevo sobre los rasgos del hombre que hemos formado, para que (sea) una vez más (nuestro) mantenedor, a fin de que seamos invocados y recordados”. Esta frase me habla de un gran reto, el que los pueblos indígenas en consenso y unidos puedan hacer sostenible todos los logros que se vienen trabajando desde hace muchos lustros.
En Panamá se supo convertir una crisis en una oportunidad. En el año 2010, hubo una crisis en torno al desarrollo indígena, producto de protestas por considerar que violaban sus derechos y tradiciones, que causaron muertos, lisiados y heridos.
De aquí, producto del diálogo, nace el proyecto “Apoyo para la Implementación del Plan de Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas de Panamá”, financiado por un préstamo del Banco Mundial a la República de Panamá, el cual no es un préstamo más. Es un proyecto que busca cerrar brechas de acceso a servicios básicos. Brechas que están entre las más amplias en la región latinoamericana, pues Panamá, a pesar de su crecimiento económico sostenido, todavía tiene grandes retos en materia de reducción de pobreza, específicamente en áreas comarcales. Estas brechas solamente pueden ser cerradas de manera definitiva y sostenible si involucramos a los grupos tradicionales, respetando sus tradiciones y su contexto sociocultural.
La manera de hacerlo ha sido una metodología que, desde una perspectiva de inclusión y coordinación, hace protagonistas a los actores clave para el desarrollo de los pueblos indígenas: los 7 pueblos indígenas organizados en 12 estructuras de congresos o consejos tradicionales.
A corto plazo, los esfuerzos van a enfocarse en inversiones en los sectores de gobernanza, salud, educación, acceso al agua y saneamiento. A mediano plazo, se enfocarán en trabajar con nuestros aliados para mejorar la calidad de los servicios que ofrece el Estado en los sectores mencionados y su pertinencia cultural. En el tiempo, el proyecto pretende transformar las relaciones entre el Estado panameño y las autoridades indígenas, mejorando la coordinación entre ambos y obteniendo mejores resultados en la inversión pública.
Es un excelente ejemplo de una política pública incluyente y deliberativa, pues fue co diseñado (mejor que consultado) por los mismos miembros de la poblacion indigena, en respeto a sus tradiciones y su cosmovisión. En el eje político – jurídico se destaca todo el aporte que se ha brindado para el diseño de la capital de la comarca Ngäbe – Buglé, ciudad - Büadti, conocida como ciudad gubernamental indigena, y por otro lado la restauración de los sistemas productivos y rescate de las semillas tradicionales con la FAO, el cual tenía hasta Julio 2019 beneficiadas a 675 familias, 7 organizaciones de productores y en total aproximadamente 3,700 personas.
Para garantizar una gobernanza funcional, hay que establecer mesas de diálogo, como la institucionalizada en Panamá mediante el Decreto Ejecutivo 203, la mesa nacional indígena, en el consejo nacional de desarrollo integral de los pueblos indígenas, logro importante y que deja ya por sentado la plataforma de coordinación y consenso entre el estado panameño y los pueblos indígenas, además de la incorporación en el consejo de las mujeres indígenas a través del comité asesor de mujeres.
Es hora de trabajar juntos como región, y convertir esta nueva crisis de COVID 19 en una oportunidad, ponernos de acuerdo sobre los rasgos del hombre que hemos formado, y donde los pueblos indígenas de la región sean actores y protagonistas del desarrollo integral de nuestros países.