Publicado: diciembre 01, 2019
Retomado de Infobae
En el Noroeste de China está ocurriendo lo que muchos especialistas consideran la mayor violación sistemática de derechos humanos de siglo XXI. Allí, el régimen comunista intenta “lavar el cerebro” de millones de uigures, kazajos y otras minorías islámicas. Documentos publicados por The New York Times revelan los alcances de las torturas.
La región de Xinjiang, en el noroeste de China, alberga el sistema de violación de derechos humanos más grande y complejo del siglo XXI. O por lo menos todos los datos así lo indican. Hace años que la evidencia de este terrible hecho se amontona en los pasillos de ONGs de derechos humanos que se han cansado de decirle al mundo lo que está ocurriendo sin que esto cause mucho revuelo por parte del público o la comunidad internacional.
Pocos están verdaderamente dispuestos a hacerle frente a China. Pero ahora, después de las filtraciones de documentos oficiales -403 paginas de conversaciones y discursos internos del Partido Comunista Chino (PPC) publicados por The New York Times (NYT) el 16 de noviembre y cientos de memos publicados el domingo pasado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, que incluyen un manual de 2017 confidencial que prescribe detalladamente cómo deben funcionar los brutales campamentos-, ya no se puede ignorar ni negar más. China está llevando a cabo un genocidio cultural.
“La magnitud de los detenidos es de al menos un millón de personas pero probablemente más cerca de 3 millones de ciudadanos, sobre una población de aproximadamente 10 millones,” contó un funcionario del Departamento de Estado estadounidense, quien mostró imágenes satelitales y testimonios que sustentan ese cálculo. Dentro de estos campamentos, uigures, kazajos y otros miembros de minorías islámicas son sometidos a condiciones inhumanas, donde se los reeduca para convertirlos en “ciudadanos chinos.”
Un reportaje reciente de Reuters describe que los prisioneros son “torturados durante los interrogatorios en los campamentos, forzados a vivir en celdas abarrotadas donde no tienen espacio ni para dormir y son sometidos a un brutal régimen diario de adoctrinamiento que llevó al suicidio a algunas personas.”
Cómo son los campamentos
Los documentos publicados recientemente revelan varios detalles sobre estos campos de detención y confirman que el gobierno, a pedido explícito de los más altos mandos del PCC, diseñó una acción colectiva para eliminar la cultura de sus propios ciudadanos, estas ultimas filtraciones son evidencia real de los horrores que ocurren en los campamentos.
Según revela el manual publicado el domingo pasado por NYT, los funcionarios del gobierno debían utilizar medidas para juntar y encarcelar a cientos de miles de sus ciudadanos y llevarlos a lo que organizaciones de Derechos Humanos llaman “campos de concentración”.
Con autobuses y camiones, empezaron a llevar a la población musulmana de la región hacia estos campos. Los documentos dicen que se debe llevar a cualquier persona que tuviese un velo o “atuendo musulman”, a personas con familiares en 26 países llamados “sensibles” como Indonesia, Pakistán, Kazajstán y Turquía, o incluso a personas que tuviesen una copia del Corán en sus casas. Además, cualquier persona que hubiese contactado a alguien en el extranjero a través de WhatsApp también podría ser llevada.
Una vez allí, los reclusos pasan meses o años de adoctrinamiento e interrogatorio para transformarlos en partidarios seculares y leales del partido. Una entrevista de Reuters con ocho ex detenidos revela una imagen de severa detención extrajudicial que no concuerda con la versión de Beijing de que está proporcionando habilidades vocacionales en centros de capacitación para ayudar a la población local.
Algunos de los ex detenidos dijeron que fueron encadenados a sillas y privados de sueño durante días de interrogatorio. Describieron vivir en condiciones carcelarias y eran severamente castigados fisicamente por quejarse. Todos sus movimientos, incluidas las visitas al baño, eran monitoreados por cámaras y micrófonos. Una mujer detenida dijo que su celda estaba tan llena que los reclusos se turnaban para sentarse y descansar mientras otros se paraban.
Desde la madrugada hasta la noche, los detenidos dijeron que fueron sometidos a un adoctrinamiento político aturdidor. Esto incluía recitar las leyes chinas y las políticas del Partido Comunista, así como cantar el himno nacional y otras canciones rojas tradicionales. A los que no memorizaban correctamente las líneas de los dictums del partido se les negaba comida, aseguran los testimonios. Los detenidos se vieron obligados a renunciar a su religión, participar en sesiones de autocrítica e informar sobre otros reclusos, familiares y vecinos. Pero por sobre todo, no podían escapar. Para poder irse, deberían obtener un buen puntaje en una escala según su conocimiento de la doctrina del PCC o la calidad de mandarín.
Esto campos, que operan en la actualidad con torres de vigilancia que cuentan con guardias armados, puertas con doble candado y miles de cámaras que vigilan cada movimientos de los prisioneros, son una verdadera pesadilla orwelliana.