Publicado: enero 19, 2020
Los habitantes de las llamadas “aldeas del cáncer” deben elegir entre envenenarse con agua contaminada o arruinarse con agua embotellada. Una lucha diaria para sobrevivir en la cuenca contaminada del Yangtsé, el río más largo de China.
En 2013, Pekín reconoció que la tasa de mortalidad por cáncer en unas 250 aldeas es dos o tres veces superior al promedio nacional, debido a la mala calidad del agua.
Algunos de estos pueblos se encuentran en el condado de Shenqiu, en la provincia pobre de Henan (centro). Sus habitantes sacaban agua directamente de un río contaminado, antes de hervirla y consumirla.
Eso era antes de que "los guerreros del río Huai", una asociación ecologista independiente, comenzara a instalar filtros para purificar el agua extraída de la capa freática.
"Muchos lugareños sufrían de cáncer y enfermedades de la piel debido al agua contaminada. Yo quería encontrar una solución al problema del agua potable", explica Huo Yalun, a la cabeza de la asociación.
400 millones de afectados
Fue una tarea colosal. Cuarenta años de desarrollo económico desenfrenado transformaron el tercer río del mundo y sus afluentes en una red gigante de alcantarillas a cielo abierto, que transportan productos químicos, plásticos y todo tipo de desechos.
Y esto afectó directamente el suministro de agua de casi 400 millones de habitantes, casi un tercio de la población del país.
Proteger el Yangtsé, que riega una cuenca que representa el 45% del PIB chino, es una prioridad nacional. El propio presidente Xi Jinping ha pedido que se detenga el desarrollo "destructivo" de la región.
Pero Huo Yalun, cuyo padre periodista fue uno de los primeros en alertar sobre el destino del río en los años 1990, no ha esperado para poner en marcha los filtros de agua, que él mismo instaló con un puñado de voluntarios para los habitantes que viven cerca del Huai, un afluente del Yangtsé.
En diez años, ha construido unos cincuenta, que suministran agua potable a por lo menos unas 100,000 familias.
"Antes, sólo unos cuantos lugareños podían gastarse alrededor de 14 yuanes (casi 2 euros, 2.24 dólares) por día para comprar agua embotellada", asegura. "Los otros bebían el agua amarillenta y nauseabunda del río".
Artículo retomado de Chicago Tribune