Publicado: enero 03, 2025
El estancamiento económico de China pone en riesgo su meta de superar a Estados Unidos como la mayor economía del mundo. Años de sobreendeudamiento, sobreconstrucción y sobrecapacidad industrial han derivado en una crisis estructural que afecta tanto al mercado interno como al comercio global.
La situación actual podría retrasar por décadas el objetivo del gigante asiático de liderar la economía mundial, según un análisis de The Wall Street Journal.
La burbuja inmobiliaria china, considerada la más grande de la historia, estalló en 2021, provocando pérdidas estimadas en 18 billones de dólares en la riqueza de los hogares, una cifra que supera las pérdidas estadounidenses durante la crisis financiera de 2008. Además, las estrictas políticas implementadas durante la pandemia de Covid-19 redujeron drásticamente el consumo interno, debilitando aún más la economía.
El crecimiento económico chino, que anteriormente se proyectaba como capaz de superar el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos para 2030, ha perdido ímpetu. En la actualidad, los analistas estiman que esta meta podría no alcanzarse antes de mediados de siglo.
El sector inmobiliario, motor de crecimiento durante décadas, atraviesa una profunda crisis. En China existen cerca de 80 millones de viviendas vacías, lo que equivale a la mitad del parque habitacional de Estados Unidos. Desde 2020, cuando el gobierno implementó restricciones al endeudamiento de los desarrolladores, las ventas y la construcción de nuevos inmuebles han caído drásticamente, pese a los esfuerzos de Beijing por revitalizar el mercado con créditos accesibles y políticas más flexibles.
El nivel total de endeudamiento de China, que incluye deuda gubernamental, corporativa y de hogares, ronda el 300% de su PIB anual, un porcentaje alarmante. A esto se suma la deuda oculta de los gobiernos locales, canalizada a través de mecanismos financieros opacos, que agravan la presión económica y la capacidad de respuesta ante las crisis.
En el ámbito industrial, la sobrecapacidad ha generado dos años consecutivos de caídas en los precios de los productores chinos, aumentando la dependencia de los mercados extranjeros para mantener la actividad económica. Esta situación ha intensificado las tensiones comerciales con países occidentales y economías emergentes como Brasil e India.
El panorama se complica aún más por un desafío demográfico. La población en edad laboral de China está disminuyendo, afectando el "dividendo demográfico" que había impulsado su crecimiento durante décadas y limitando su competitividad a largo plazo.
A pesar de estos desafíos, China conserva ventajas importantes, como su liderazgo en manufactura y sectores innovadores como los vehículos eléctricos y las energías renovables. Las autoridades chinas han demostrado habilidad para gestionar crisis pasadas y están preparando nuevos estímulos para reactivar la economía.
Sin embargo, los excesos acumulados en las últimas décadas colocan a Beijing en una posición vulnerable. La combinación de problemas internos y tensiones globales determinará el futuro de su recuperación económica y su impacto en el escenario mundial.