Publicado: septiembre 16, 2024
El presidente Nayib Bukele ha lanzado una promesa audaz que parece desafiar la realidad económica de El Salvador: presentar un presupuesto para 2025 “completamente financiado” sin recurrir a nuevos endeudamientos.
En su discurso del 203 aniversario de la Independencia, Bukele aseguró que su administración no solo evitará emitir nueva deuda, sino que también pagará los intereses de las deudas heredadas con recursos propios.
El 30 de septiembre, Bukele presentará a la Asamblea su propuesta de presupuesto para 2025, y se ha comprometido a que será el primero en décadas en no requerir nuevos préstamos. "No vamos a prestar ni un solo centavo para pagar los intereses de las deudas que nos dejaron", proclamó el presidente ante una multitud de más de 18,000 miembros de la Fuerza Armada. Esta afirmación suena más a una táctica de marketing político que a una realidad fiscal sostenible.
Mientras Bukele intenta vender la idea de un presupuesto autofinanciado, los datos cuentan una historia muy diferente. Según el Banco Central de Reserva, la deuda pública total en 2023 alcanzó la exorbitante cifra de $20,097.64 millones. A esto se suma una deuda con los fondos de pensiones de $10,116.43 millones, acumulada en solo dos años. Bajo la administración de Bukele, la deuda ha crecido en $6,370 millones desde junio de 2022 hasta junio de 2024, un aumento alarmante que revela un endeudamiento desenfrenado.
A pesar de las afirmaciones de Bukele, organismos financieros internacionales y agencias de calificación de riesgo han advertido que la creciente deuda compromete el acceso del país a nuevos préstamos, lo que podría poner en riesgo la estabilidad económica del país.
La presentación del presupuesto a la Asamblea, históricamente objeto de numerosas modificaciones, también plantea dudas. En 2021, el primer año con una mayoría de Nuevas Ideas en la Asamblea, se realizaron 77 modificaciones al presupuesto, que incrementaron el gasto en más de $1,000 millones. En 2022, las modificaciones fueron menos (64), pero el aumento en el gasto fue aún mayor, superando los $1,700 millones. El presupuesto de 2024 ya ha sido modificado en $1,658.5 millones, y a pesar de las promesas de que no se necesitarán más préstamos, la realidad parece contradecir tales afirmaciones.
En su discurso, Bukele descalificó a los críticos que cuestionan la lentitud de la recuperación económica, sugiriendo que la transformación del país es un proceso gradual. “Espérense, vamos rubro por rubro”, dijo el presidente, mientras él mismo se presenta como el salvador de una nación que se enfrenta a una creciente crisis económica bajo su gestión.
El discurso de Bukele puede resonar como una brillante pieza de retórica política, pero la cruda realidad de la economía salvadoreña pinta un panorama mucho más sombrío. En lugar de avances prometidos, el país enfrenta una realidad financiera que desafía las promesas presidenciales, evidenciando una administración que parece más enfocada en vender ilusiones que en enfrentar una crisis fiscal profundamente arraigada.