Publicado: septiembre 26, 2024
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pronunció un discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que destacó que en su país “no se censuran opiniones” y que la libertad de expresión está plenamente garantizada. Sin embargo, la realidad que viven miles de salvadoreños, especialmente aquellos que cuestionan su gobierno, parece contar una historia completamente diferente.
En los últimos meses, Bukele ha intensificado los bloqueos en su cuenta de X (antes Twitter), silenciando a ciudadanos críticos y considerados "opositores". Este no es un fenómeno aislado, ya que múltiples cuentas de instituciones públicas también han bloqueado a usuarios, siguiendo directrices emanadas desde Casa Presidencial. Estas acciones parecen formar parte de una estrategia más amplia de censura digital, lo cual choca frontalmente con las declaraciones de Bukele ante la comunidad internacional.
Mientras el mandatario se presenta en la ONU como el líder de un país libre y sin restricciones a la opinión pública, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha señalado en su informe reciente que en El Salvador existen graves obstáculos al derecho de acceso a la información pública. Entre las críticas destacan el aumento en las reservas de información, la falta de transparencia por parte de las instituciones estatales y la negativa de acceso a datos fundamentales.
Bukele, por otro lado, continuó pintando un panorama idealista de El Salvador, afirmando que es "el país más seguro del hemisferio occidental", una afirmación que muchos ponen en duda. Según Marvin Reyes, secretario del Movimiento de Trabajadores de la Policía, el supuesto acuerdo entre el gobierno y las pandillas ha permitido una reducción de los homicidios, pero esto no elimina el hecho de que el país cuenta con 51 fosas clandestinas, lo que pone en entredicho la "tranquilidad" de la que tanto presume Bukele.
Mientras el presidente proclama libertad, igualdad y seguridad desde los escenarios internacionales, las redes sociales cuentan otra historia: aquella en la que los ciudadanos que se atreven a cuestionar al régimen son silenciados con un simple clic.